viernes, 5 de septiembre de 2008

Carta de una suicida...


Fueron los intestinos y las tripas lo único que quedó de aquellos miserables que osaron retarme, pues en un tiempo fui una de las más aclamadas, y también rechazadas, en cambio hoy.. Acompaño en tristeza y tempestad a los cielos, cielos tormentosos y lluviosos que le proclaman la guerra a la tierra, mostrándose como uno de sus peores días. Pero realmente hoy no tengo fuerzas para luchar, ya no. La sangre ha dejado de recorrer mi brazo y mi espada como el agua que depura cada día nuestro cuerpo. Sola y arrodillada en este acantilado, observo empapada bajo la tempestad un fin que nunca pensé sería tan cercano.

Y no sería a manos de mis enemigos, de mis rivales o de aquellos que sienten necesidad de sangre al ver mis ojos deseosos de la suya. Sería algo mucho más sencillo, mucho más trivial, y por supuesto cómicamente trágico. Sería simplemente mi final.

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